sábado, 6 de diciembre de 2014
CAPITULO 40
Maniobra Evasiva.
Luego de quitarse su brazo de encima, ella realmente pensaba que liberar el resto de su cuerpo seria sencillo. El primer intento solo logró que se hundiera mas en su “incomoda” posición, el segundo casi y lo tuvo… pero terminó por ganarle, para el tercero había conseguido sacar las piernas de la cama, y con el impulso justo se pudo escurrir de debajo de las mantas. Volvió la vista sobre su hombro, notando que afortunadamente él dormía.
Paula soltó un suspiro, descubriendo lo débil que podía a llegar a ser la carne. Mas tratándose de su escritor favorito, desnudo, dormido, cansado y completamente apetecible.
Parte de ella quiso regresar a la cama, dejarse abrazar por su tibio cuerpo y olvidarse de que tenía una conciencia. Pero la tenía y con un demonio, era peor que ese asunto de Pepe grillo para el pobre Pinocho. No debería estar allí, no debería haberse quedado, no debería haberse reído con Pablo y besado a Pedro tanto como si fuese la cosa más natural del mundo. Ella no pensaba claro teniéndolo tan cerca, no pensaba claro en condiciones normales muchos menos con Pedro a pocos milímetros.
Se levantó y con los pies en puntillas se dirigió al baño, en el camino fue recogiendo su ropa. Mas avergonzada de lo que nunca admitiría, cerró la puerta y reposó su peso en ella. A esa distancia podía poner las cosas claras, pero antes debía vestirse y llamar a Flor.
Su amiga contestó con voz somnolienta, arrastrando las palabras.
— ¿Qué?
—Necesito que vengas a recogerme.
—Te dije mil veces que no camines por la calle de las prostitutas ¿En que delegación estas? —Paula puso los ojos en blanco.
—No estoy en la cárcel. Y ya te dije que eso fue estudio de campo. —Una caminaba una noche por esos lares y el estigma la seguía el resto de sus días.
— ¿En donde estas?
—En las afueras de Londres—respondió tras pensarlo un momento. Oyó el sonido de Flor posiblemente incorporándose en su cama.
— ¿A las cinco de la mañana?
—Sí, Flor a las cinco. —Su amiga suspiró con desgano.
— ¿Dónde específicamente? ¿Paula?
— ¿Florencia recuerdas aquella vez que te hice prometer golpearme la cabeza con un mazo si hacia algo muy estúpido?
—Sí lo recuerdo, esa noche bebimos mucho—Paula asintió recordando el momento.
—Bueno, debo decirte que como palabra de mejor amiga, estas en la obligación de darme con el mazo.
— ¿Qué paso?—Preguntó con tono horrorizado.
—Digamos que…como que me acosté con Pedro.
— ¿Cómo qué? ¿No estás segura? Realmente debes pasarte al café amiga…
—Sí estoy segura y sí lo hice, más de una vez para ser exactos—Flor se mantuvo en silencio, quizás digiriendo sus palabras o quizás se había dormido otra vez. Ella no estaba dispuesta a apostar por ninguna opción.
—Ya veo… ¿Y cual es el problema?—Paula bufó, antes de sumergirse en su diatriba.
Le contó lo del articulo, aunque eso ella ya lo sabia, le contó sobre la desconfianza de Pedro, sobre lo que le había dicho luego como justificación, la pelea, la especie de reconciliación, su cambio de verdadero idiota a tipo demasiado agradable y también el detalle que había visto su padre, pero eso solo para que ella riera un poco. Al finalizar se sentía liberada, si Flor sabía cada detalle de su vida, entonces no sentiría que estaba viviendo dentro de una maldita comedia de escritor muerto de hambre.
—Así que ahora me siento como una estúpida, pero es que el desgraciado es tan persuasivo, Flor. Y yo no soy así, no me dejo engatusar por un rostro bonito…
—Ese es un rostro muy bonito, si me lo preguntas.
—Lo sé. —Admitió con un deje de frustración— ¿Qué hago?
— ¿Dónde esta él ahora?
—Duerme, del otro lado de la puerta.
—Bien cielo, no te preocupes…estaré allí en un periquete y te vendrás conmigo. Claramente ustedes dos necesitan enfriarse, quédate en el baño yo te enviare un mensaje cuando este allí.
—Gracias amiga—Paula procuró susurrar cada silaba, consciente repentinamente de que él podría despertar en cualquier instante. —No tardes.
—No. Y Paula, se fuerte. —Ella asintió a pesar de que la otra no podía verla—Recuerda la clase de mujer que eres, no necesitas a un chulito que te caliente la cama.
— ¿No?—inquirió incrédula.
—No—Le respondió con tono decidido—Eres independiente, inteligente e intrépida.
—Las tres I.
—Exacto. No sucumbas ante palabras bonitas, si ese tipo quiere celeste que le cueste.
—Claro—Concordó encontrando a su guerrera perdida. Por un segundo hasta echándola de menos. Le sorprendía que parte de ella quisiera despachar a la guerrera y abrazar a la nueva Paula, esa que recibía atenciones más que especiales por la noche. ¡Pero no! Esa Paula es floja, es tonta y por sobre todo, esa Paula es débil.
Pedro la había ofendido, la había lastimado más que en todas las ocasiones anteriores y pretendía arreglarlo llevándosela a la cama ¿En serio? Luego se sorprendía de que la pusiera en el mismo escalón que su madre, había respondido del mismo modo que ella lo haría. Abriendo las piernas y dejando que todo se diluyera con la bruma de otro coito. ¡Que patética!
—Debería darte vergüenza.
— ¿Por qué? ¿Yo que hice?—Paula soltó un leve risilla y colgó la llamada. Aun así la sensación de sentirse avergonzada, volvió a avasallarla y mientras estuvo allí esperando a su amiga se replanteó una y mil veces su decisión.
Pero cuando salió del baño y lo encontró tan plácidamente dormido con las sabanas enredadas a su escultural cuerpo, lo supo. Eso era lo que debía hacer.
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wow buenisimo,me encanta!!!
ResponderEliminarBuenísimo que Pau se fue, que la tenga que remar. Me encanta la amiga como la apoya. Que no le sea tan fácil a Pedro.
ResponderEliminarMuy buenos capítulos !!! tiene que remarla Pedro, no la puede tratar como quiere cuando quiere!
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