miércoles, 19 de noviembre de 2014

CAPITULO 1


“Todo por una Nominación”



Seguramente les ha ocurrido, al menos lo han presenciado o lo han hecho sin siquiera pretenderlo. Ya saben, eso de fingir atención, cuando en realidad su mente está muy lejos de allí. Pues bien, eso era justamente lo que Pedro hacía en ese momento, su rostro podría parecer la viva imagen de aquel filósofo pensador, incluso uno llegaría a creer que no había nadie más concentrado que él en esa habitación. Pero nada podría estar más alejado de la realidad, Pedro ni siquiera estaba escuchando a su interlocutor. El hombre llevaba la última media hora llenando sus oídos, de palabrería barata. Quizás él dejó de escuchar, en el mismísimo momento en el que Javier le informó de un proyecto inigualable, sin precedentes, algo que marcaría un hito en su carrera. Toda esa adornada presentación, sólo auguraba otra estupidez, por eso ni se molestó en oírlo. 


Podría ser que más adelante lamentara aceptar algo de lo cual no tenía idea, pero eso no lo preocupaba en ese instante.


Javier se puso de pie repentinamente, sacudiendo las manos y sonriendo. Pedro se obligó a apartar la vista del infinito, para mirar a su agente.


—No sabes cuan tranquilo me dejas compañero, pensé que te resistirías un poco más. — ¿Resistirse? Eso no le sonó muy tranquilizador.


—Cuentas con todo mi apoyo—murmuró un tanto comprometido con su papel de joven trabajador. Javier parecía no caber en sí mismo de júbilo, Pedro comenzó a impacientarse ¿Qué podría haber aceptado? ¿Matar a alguien? En realidad su agente, lucía como aquel agraciado que acaba de soltar uno de sus peores pecados y ha sido recompensado con la salvación. Nada alentador.


— ¿Entonces nos vemos mañana?


— ¿Mañana?—instó con un toque de leve inocencia, los ojos grises de Javier centellaron con algo de recelo. Seguramente ese había sido un tema, bastante tratado durante su conversación.


—Sí, ya sabes para reunirnos con ellas. — ¿Ellas? ¿Cita doble? Fue lo primero que se le cruzó por la mente, después de todo Javier tenía esa estúpida manía de querer presentarle, a sus primas o a sus amigas, o a la amiga de la amiga de alguien. Quien extrañamente resultaba ser tan fea, que uno llegaba a preguntarse ¿Cómo rayos se atrevían a salir a la luz del sol? Mierda, cómo se salía de esta sin delatarse.


— ¿En dónde?—Javier, su agente, amigo y hermano no reconocido hasta la fecha, suspiro claramente exasperado.


— ¡Con un demonio Pedro! ¿No me estabas escuchando?—Bien, ya lo habían atrapado. No tenía sentido seguir con la actuación.


Negó suavemente, teniendo que recibir la fulminante mirada de aquel tipejo mucho más bajo que él. Era un tanto ridículo, para quien los mirara de afuera. El hombre pequeño intimidando al otro que le sacaba, por lo menos dos cabezas de altura. ¡Oh la ironía!


—Mañana nos reuniremos con Paula Chaves y su agente, para tratar el tema de la fusión de sus historias.


— ¿Qué historias?— ¿Y por qué el nombre de esa mujer se le hacía vagamente familiar?


—James Alfonso y Charlotte Bourette, la pareja que todos los lectores están esperando—. Entonces Javier alzó una sola hoja delante de sus ojos, en donde se exponía una absurda encuesta de internet. Pedro sonrió, pero no había nada de felicidad en aquel gesto.


—Ni loco—masculló, arrancándole la hoja de las manos en un limpio movimiento—. James no se enreda con viudas—Espetó con la mirada fija en los ojos de su agente.



Pues no podían obligarlo, internet y los lectores podían decir lo que se les viniera en gana, él jamás fusionaría su personaje a una perra frígida, asesina y antipática como Charlotte Bourette. Tal vez James no era real, pero era su creación con un demonio. Su personaje, jamás caería tan bajo.


— ¡Pero si dijiste que lo harías!


—Nunca aceptaría una locura por el estilo, además jamás he trabajado en conjunto y creo que todos mis premios, demuestran que no necesito hacerlo.


No que se diera aires de grandeza, pero Pedro era bueno en lo que hacía y había sido siempre recompensado por su talento.


Ese año su último libro de James Alfonso, había estado en la lista de best seller de más de veinte países, eso debía hablar por sí solo. Demás está decir que pensaba que seis libros, eran más que suficientes, no podía y no quería seguir explotando esa historia. Cuando había comenzado cuatro años atrás, nunca pensó que las aventuras de su peculiar personaje lograrían adentrarse tan bien en la vida de las personas. Pero para su humilde experiencia como escritor, ese éxito fue como un incentivo para seguir adelante. James era su personaje, habían recorrido el mundo en busca de problemas y con su sexto libro, pensó que ya le debía un descanso a su buen amigo aventurero. Por supuesto supo por las críticas, que varias personas esperaban algo más del final de esa serie. Uno de los pedidos fue; una novia para James. Pero el hombre era un libertino y muy feliz de serlo, no podía simplemente articular un romance de la nada eso le sacaba lustre a su estilo.


—La gente sabe que el sexto libro no puede ser el final de James.


—Pero no lo mate. —replicó casi por inercia, Javier asintió con impaciencia.


—No digo lo contrario, pero es que todo parece haber quedado suspendido en el aire. Las lectoras lo exigen, quieren que James encuentre el amor y la respuesta llegó a nosotros por arte de magia—Volvió a levantar la hoja, sacudiéndola como si se tratara del santo grial—. Todas piensan que Charlotte, sería perfecta para él.


— ¿Esa viuda negra? ¡Jamás!—Estaba más que decidido a salvar a James de ese tormento.


Pedro había leído, para su desgracia, los libros de Paula…lo que sea. Y no solo, no le había agradado su manera de escribir —que era lo más similar a las novelas románticas, que carecen de sentido y dirección, solo que ella tenía una leve inclinación a utilizar un tono más formal—sino que también, había detestado al personaje principal.


Charlotte, era una viuda que seducía hombres para luego humillarlos y burlarse de ellos una vez enamorados. Bien, quizás no les robaba, quizás no los mataba pero ¿Acaso el resultado no era el mismo? Para Pedro estaba claro que la escritora, era una persona muy resentida con el sexo masculino en general. Por eso se afanaba por poner a todos los hombres de sus libros, en el más detallado de los ridículos. Él al menos no humillaba a las mujeres, quizás no les daba un trato muy preferencial en sus historias, pero nunca las ridiculizaba. James era soltero y esa era una regla inquebrantable, en tanto que Charlotte era una devoradora de hombres, algo que simplemente no podía cambiar. Eran personajes completamente opuestos y no existía incentivo suficiente que lo hiciera, siquiera considerar esa locura.


—El trabajo en conjunto de dos escritores de best seller, es algo que podría ponerlos en carrera para una nominación. —Repentinamente la atención de Pedro se enfocó en el hombre que le hablaba, no tenía que aclarar a qué tipo de nominación se refería. Sólo había un premio que podría interesarle, después de haber sido galardonado de tantas formas en el último año.


Quería ser considerado para un nobel, pero sabía que con su poco tiempo en el oficio, la lupa ni siquiera se concentraría en él. ¿Acaso aceptar trabajar en conjunto con Paula, le daría una oportunidad? No, imposible. Pedro sabía que esa mujer, había estado compitiendo con él, pero las ventas de sus libros la habían superado con creces. Era una noticia saber que había entrado en la categoría de best seller, teniendo en cuenta que su último libro había sido el peor de toda la serie.


—Aun así Javier, no me agrada su forma de escribir…


— ¿Qué tiene de malo?—Le recriminó sin darle oportunidad de hablar— Déjame informarte amigo, que más de medio mundo discierne con tu opinión.


Quizás era un poco exagerada esa observación, aunque era muy probable que el mundo lentamente se estuviese volviendo más estúpido.


— ¡Oh vamos! Son las típicas observaciones de una mujer resentida, mañosa, quejica e insatisfecha. Solo que esa Paula notó que sería más divertido, compartir sus frustraciones amorosas con el resto de las devoradoras de hombres. Seguramente ha vivido su vida a través de historias fantásticas, llenas de besos, romance, abrazos y héroes que se quiebran al final para demostrar que son todo lo que ellas siempre soñaron. Pero a sus cincuenta, finalmente le abrió los ojos al mundo y se encontró que su única compañía, era un odioso gato y su computador, lleno de citas online que nunca se atrevió a aceptar. —Llegado a ese punto de su discurso, tuvo que hacer una pausa para recuperar el aire. —Me niego a trabajar con una persona así, es probable que a la primera oportunidad que tenga me castre. O peor aún, que me haga sentir tan mal conmigo mismo por ser hombre, que yo termine por cortarme las…


— ¡Por Dios!—exclamó Javier por encima de su voz— ¡Cuantas tonterías dices!—Su amigo se estiró levemente la corbata, al parecer ese nudo comenzaba a cerrarse cada vez más. —Estoy seguro que ella no tiene cincuenta años.


—Genial, una resentida en etapa de desarrollo…no sé qué es peor.


Pedro…—Suspiró Javier, cobrando en su timbre aquel tono serio que tanto le recordaba a su propio padre. —Sé que no tienes ningún interés, pero si te niegas ellas no tendrán problemas, en decir que tú fuiste el que ignoró el pedido de sus fanáticos.


Él frunció el ceño, podía decir que la opinión de los lectores no le importaba, pero al fin y al cabo ellos eran quienes compraban sus libros. Les debía mucho a todos, no podía simplemente ponerse caprichoso.


—No te digo que aceptes, simplemente conócela…ve si alguna idea surge de hablar con ella. Quién sabe, tal vez Paula no pueda acoplarse a tu estilo y todo el asunto sea inútil. Pero al menos lo habrían intentado y el detalle, contara mucho para los observadores. —Se encogió de hombros frente a ese argumento y terminó por resignarse con un quedo suspiro.


—Todo sea por una nominación—murmuró, logrando que se pintara una amplia sonrisa en el rostro de su agente.

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