lunes, 24 de noviembre de 2014
CAPITULO 11
—Dios eres hermosa—Ella gimió como toda respuesta, incapaz de esgrimir un comentario coherente. El doctor la apretó contra la pared, haciéndola muy consciente de su deseo.
No habían llegado muy lejos, él se le había echado encima ni bien habían alcanzado el primer rellano de las escaleras.
Y Paula no presento objeción, le gustaba la manera casi reverente con la que se dirigía hacia ella. Le gustaba sentir sus labios surcando distintos caminos por su cuello, su boca, sus mejillas y sus parpados. No existía un punto de su rostro, que él no hubiese reclamado con su boca. Era agradable la calidez y suavidad con la que la acariciaba, esa misma cadencia con las que sus dedos acunaban sus senos. Para luego derrapar por su espalda y terminar cerniéndose con firmeza a su trasero.
Paula pego un respingo, en algún punto recóndito de su mente algo se activó, pero la pasión amenazaba con llevarse hasta ese mínimo retazo de cordura. « ¿Qué estoy haciendo?» Se preguntó, liberando su boca de los hambrientos labios del doctor.
—Si preciosa, mejor vamos a mi casa—Él interpreto aquel pequeño interludio, como una muestra de lo que vendría.
Pero Paula no estaba dispuesta a llevar las cosas tan lejos, aún tenía algo de recato y estaba obligada a ponerlo en práctica.
—No, no puedo—susurro mientras veía que sus pies no atendían a sus palabras, pues aunque una parte de ella negaba la otra seguía caminando detrás del doctor.
— ¿Cómo qué no?—inquirió él, mostrándose verdaderamente indignado.
—Lo siento, no—Y con la resolución llegando finalmente a su obnubilado cerebro, se deshizo de su amarre para terminar de una vez con todo aquello.
Ella no era esa clase de mujer, no se iba a la cama con personas que no conocía. Sí podría estar ebria, pero no estúpida.
—Mierda—El doctor no parecía nada contento—Como quieras, ni se para que me metí contigo, claramente solo eres una histérica—Ella parpadeo un tanto confundida, pero no se atrevió a decir nada. Era mejor que él pensara lo que quisiera, siempre y cuando se olvidara de la idea de llevarla a la cama.
El joven de ojos verdes, soltó un resoplido entre dientes, antes de pegarse la vuelta y desaparecer escaleras abajo.
Paula frunció el ceño, pero tras analizarlo todo un segundo, rompió en una estruendosa carcajada. Flor no se terminaría de creer lo que había ocurrido. Hablando de Flor ¿Dónde podría estar ella?
Paula dio una vuelta completa sobre su eje, sin parecer muy coherente y mientras observaba la nada con mucha atención, decidió regresar a su casa. Ahora solo le faltaba encontrarla ¿Vivía al sur o al norte? Ah bien, siempre podía pedir referencia. Tan solo debía preguntar ¿Dónde vivía esa chica llamada Claire?
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