jueves, 20 de noviembre de 2014
CAPITULO 3
Enemigos… Privados
— ¡Es que digo…! ¿Te lo puedes creer?
Florencia Laberini abrió la boca en toda su longitud, incapaz de contener un bostezo. Los últimos seis días solo había oído quejas y apelativos bastante groseros acerca de un escritor. No es que no quisiera a su amiga, pero en pocas y tontas palabras, Paula tendía a exagerar las cosas.
— ¿Qué fue lo que hizo?—Se guardó el “esta vez” para no evidenciar su aburrimiento.
— ¡Pues! ¡¡Arr!!—El gruñido que dejó ir Paula, la hizo sonreír pero rápidamente lo oculto, pues su amiga le sacaría los ojos si notaba que se estaba burlando— ¡Es detestable!—Paula clavó sus opacos ojos chocolate en ella, por un instante pensó que estarían a un solo estimulo de estallar.
—No entiendo…dijiste que se mostró muy dispuesto en la reunión que tuvieron en el café. ¿Qué cambio?
— ¡Eso exactamente! No voy a trabajar con un manipulador, embustero. —Se apuntó el pecho con una mano—Yo sé muy bien lo piensa de mí, pero el muy bastardo le armó una bonita pantomima a Julieta. Y ella por supuesto que lo compró todo ¡Todo! La muy perra parece enamorada de ese demonio.
—Paula…—suspiró cansinamente— ¿No crees que exageras?
— ¡Por supuesto que no! En la reunión que tuvimos ayer, volvió a poner en escena el numerito de encantador hijo de perra…pero cuando estábamos despidiéndonos me murmuró al oído. “Más vale que te retractes o te hare retractar” ¡Me amenazó! ¿Te lo puedes creer?—Su amiga no paraba de dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, Florencia sacudió la cabeza sin entusiasmo. —Si piensa que yo me voy a echar para atrás, para que la bronca de los lectores caiga en mi espalda ¡Está muy equivocado!
— ¿Y qué piensas hacer entonces?
A la joven le chispeó la mirada, Flor frunció el ceño en claro gesto de desacuerdo. Paula podía ser la persona más tranquila del mundo, pero cuando le tocaban una fibra sensible, saltaba dispuesta a dar batalla con todas sus armas.
—Yo no voy a retractarme, pero me asegurare de que él lo haga.
—Bueno mientras planeas tu venganza, estilo medio evo…—Levantó un papelito para alcanzárselo, Paula en ese momento había parado de dar vueltas pero aun parecía muy nerviosa. Florencia le había aconsejado que se diera un baño de inversiones para calmar los nervios, pero la chica parecía incluso más volátil.
— ¿Qué es esto?—preguntó, notando finalmente la presencia del papel que le extendía.
—Un amigo tuyo llamó mientras te bañabas…un tal Pedro, dijo que te esperaba en su estudio a las 2pm y que no llegaras tarde…
— ¿¡Pedro!?—Flor sonrió por su expresión, Paula había palidecido al menos dos tonos.
—Sí… ¡Hey! no me dijiste que estabas viéndote con alguien.
— ¿Acaso no me escuchaste quejarme de él en la última semana?—Ella negó lentamente sin comprender, hasta que sus neuronas hicieron sinapsis.
—Aguarda un momento ¿Ese Pedro es Rhone? —Su voz era la viva expresión de la incredulidad. ¡Había hablado con Rhone! Su madre no se lo creería.
— ¿¡Quién más si no!?—exclamó una exasperada Paula, sacando a relucir su genio de ogro. Flor se encogió en si misma ¿Cómo esperaba que ella lo supiera?
— ¡No lo puedo creer!—Le importó poco la molestia de su amiga, pues había hablado por teléfono con el escritor más famoso y ovacionado de Inglaterra. Que la partiera un rayo, ella había oído la voz de Rhone. — ¡Paula! ¡Hable con sir Rhone! Mi madre se hará en los calzones, cuando se lo diga.
—No es la gran cosa—masculló su amiga, comprendiendo al fin el motivo de su júbilo.
— ¡Claro que lo es! Si tú no cabías es ti misma, cuando supiste que lo conocerías.
—Pues me retracto de haber sido tan estúpida, es un genio…pero incluso los genios pueden ser idiotas.
— ¿Qué dices? Estoy segura que solo fue tu impresión.
— ¡A la mierda las impresiones! Flor la miró con una mueca.
—Te comportas como una cría, tienes la posibilidad de codearte con una celebridad, con el mejor escritor del momento…
—Muchas gracias…—musitó su amiga, claramente ofendida.
—Oh cariño, sabes que admiro tremendamente tu talento. Y por eso tienes que aprovechar esta oportunidad, dos grandes mentes no se unen todos los días.
Paula observó fijamente los limpios y sinceros ojos verdes de Flor, ella tenía razón. Se estaba comportando como una chiquilla, cuando podría conseguir mucho de esta experiencia. Tan solo debía soportar a Paula, pues lo único que a ella debía importarle era tratar con Rhone. No con el arrogante, déspota y ególatra que se mostraba al mundo, si no con la mente brillante que había creado los mejores casos policiacos, llenos de misterio y acción. Ese hombre debía conocer, siempre y cuando pudiera mantenerse lejos de aquel demonio de ojos azules, ella estaría bien.
—De acuerdo—suspiró— ¿Cuál es la dirección de su estudio?
Florencia enarcó una ceja contrariada.
—Dijo que tu sabrías a donde ir—La boca de Paula cayó hasta el piso y ella incapaz de mantenerse imperturbable, soltó una maldición al cielo y a ese hijo de su mala madre.
— ¡No sé dónde queda!—exclamó.
Porque por supuesto que él lo había hecho apropósito. La haría faltar a esa importante reunión, para que pareciera que a ella no le importaba.
—Tranquila Paula, son las once…estoy segura que hallaremos su dirección para las 2pm.
Pero Paula estaba dispuesta a hacer mucho más que solo encontrarlo, una vez que lo tuviera en frente. Lo degollaría. No, eso era muy asqueroso. Mejor lo pateaba en la espinilla…o en la entrepierna. Dios sabía que esa clase de personas, no debía perpetuar linaje.
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