viernes, 21 de noviembre de 2014
CAPITULO 5
¿Desaparecido?
Pedro no podía quitar esa palabra de su mente, mientras era transportado en el coche patrulla, como si se tratara de un niño de cinco años que se había separado de su madre en el mercado. ¿Cómo demonios consiguió que la policía fuese por él? ¿Acaso una persona no se consideraba desaparecida tras veinticuatro horas? Él había estado dos horas fuera de su casa, esto no tenía ningún sentido. Y aun así no veía una forma de decirles a aquellos hombres, que no se había perdido.
Al llegar al estudio, su ira no había remitido ni una onza.
Encontrarla a “ella” allí con su ya no tan amigo Javier, fue como el momento culminante en las malas películas de horror. Y en esa escena, Pedro era el asesino sediento de sangre.
— ¿¡Desparecido!?—masculló con los dientes apretados, en el momento en que la tuvo enfrente. La muy descarada ni siquiera tuvo el detalle, de ocultar su diversión.
— ¡Oh Pedro , me diste un susto tremendo!—exclamo ella llevándose ambas manos a la boca, en un gesto de desmesurada preocupación o quizás solo intentando no evidenciar su risa. Él se quedó momentáneamente atontado, pero finalmente sacudió la cabeza y la observo con incredulidad— ¡Me ha vuelto el alma al cuerpo! Pensé que algo terrible te había ocurrido.
Ella seguía hablando, pero Pedro no supo comprender a donde quería ir con toda esa farsa. Fue cuestión de ver a los tres oficiales parados detrás de él, para caer en cuenta de que Paula, les estaba pintando un número a la policía. Zorra descarada, lo estaba usando a él para ganar puntos. Se volvió en dirección a Javier, con las cejas y las manos alzadas en un pedido de auxilio silencioso.
— ¿Por qué la policía fue a buscarme?—Lo increpo tratando de comprender algo de toda esa locura.
—Pedro …—Su amigo parecía honestamente descolocado, pero eso Pedro no lo noto. Pues estaba teniendo serias dificultades para ocultar las ansias homicidas, que le despertaba cierta castaña—Paula estaba preocupada, me llamo diciendo que tú no estabas aquí y yo había hablado contigo hacia cinco minutos. Prometiste que la esperarías, pero no había señales de ti…te llame y me daba tu contestador.
Soltó un resoplido, incapaz de esgrimir un comentario que no fuese una grosería. Pues… ¡Vamos! no era la primera vez que se desconectaba del mundo para no ser fastidiado, esto no era razón para armar tanto esperpento. Aunque tuvo que admitir que la preocupación de Javier, al menos no era actuada. Su agente realmente se había puesto nervioso, con la idea de que a él le hubiese ocurrido algo malo. Suspiro, no podía sentirse culpable, él estaba molesto ¡Por amor a Dios!
—Tan solo fui a comer algo…—murmuro casi sin ganas, después de todo no podía decir que se había escapado incumpliendo su promesa de esperarla. Eso acarrearía pensar una excusa, para justificar el porqué de su falta de interés. ¡Demonios! Ese punto se lo había ganado ella, pero las cosas no quedarían así. Por supuesto que no.
—Lo que cuenta es que ya estás aquí, sano y salvo—Interrumpió Paula colocando casualmente una mano sobre su brazo, como si fuesen amigos de toda la vida. La muy cínica les dirigió una brillante sonrisa a los oficiales y estos parecieron inflarse de orgullo, ante la dulce mirada de la agradecida muchacha. Pedro puso los ojos en blanco y se limitó a asentir, con el rostro contraído en una mueca de falsa cortesía—Afortunadamente mi cuñado estaba disponible…—Continuo ella, pellizcándolo fugazmente antes de soltarlo—No sé cómo agradecértelo Fer.
—Cualquier cosa por ti Paula…—Apuntó el oficial vestido de traje, dándole a Pedro sus respuestas.
El policía era su cuñado, por eso había conseguido que lo buscaran sin necesidad de estar verdaderamente “desaparecido”. Bien, iba a admitir que la jugada le había salido perfecta a la arpía. De nada valía ponerse a la defensiva, una vez que la ley estuviese fuera de la vista él le devolvería esa jugarreta.
—Yo… debería llamar a tu padre—La voz de Javier, lo hizo volver en si abruptamente.
— ¿Llamaste a mi padre?—insto con los ojos desorbitados.
—Lo lamento Pedro, tenía que asegurarme de que no estuvieses allí visitándolo o algo—Explico un muy avergonzado Javier, mientras sacaba su móvil del bolsillo para realizar la dichosa llamada. Pedro fulmino con la mirada a Paula, esto sí que le iba a salir caro.
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