jueves, 11 de diciembre de 2014

CAPITULO 52




Se sacudió en su asiento incomodo, volvió a mirarla, sintiéndola tan distante como había esperado que ocurriera. 


Porque por eso se había marchado ¿Para qué engañarse? Javier tenía razón, no tenía que ver con las fotos o con Julieta, todo se debía a ella.


—Todo es tu culpa—Le dijo repentinamente, sin reparar en lo que acababa de confesar. Paula en esa ocasión, lo observó anonadada y quizás también algo molesta.


—¿A qué mierda viene eso? —Ninguno de los dos rompía el volumen de un susurro, pero las palabras tenían la contundencia de un golpe al bajo vientre.


—Si no hubieses sido tan…—Sus ojos chocolate se veían envueltos en distintas emociones, pero donde antes había visto afecto ahora encontraba dolor, ira y remordimiento. —Y aun así te ves hermosa.


—Estas demente.


—Es tu culpa. —Le espetó, incapaz de encontrar un mejor argumento.


—Yo no soy culpable de nada, yo no desaparecí. Estuve aquí todo este tiempo.


Parte del dolor en sus ojos, se reflejó en su tono de voz. 


Paula volvió a apartarle la mirada.


—Perdóname.


—No hay nada que perdonar.


—Entonces, no me odies.


—No te odio—Pedro la tomó por la barbilla, esperando que le dijera eso una vez mas.


—No me mientas. —Ella le sostuvo la mirada.


—No lo hago y me siento bastante estúpida por eso. —Una fuerza sobrehumana lo detuvo de abrazarla allí mismo o de hacer algo mucho mas extremo, había tanto que no se estaban diciendo. Había tanto por decir, tanto por hacer, tanto.


Pedro la liberó, llevando su vista al escenario. Paula se sentía estúpida por no ser capaz de odiarlo ¿Cómo debía sentirse él con eso? Ciertamente no debía sentir culpa y aun así no podía quitarse la mala sensación del pecho. Como si el obligarla a tenerlo cerca, fuese algo por lo que estar avergonzado.


—Es tu culpa porque… —No tuvo la entereza de mirarla mientras decía aquello. —Todo era demasiado…bueno—Entonces volvió el rostro, aguardando su reacción.


—¿Todo era demasiado bueno?—Asintió lentamente— ¿Así que resultaste ser el peor novio en el mundo, porque todo era demasiado bueno? —A nadie se le escaparía la ironía que destilaba su pregunta.


—No entiendes.


—No, en verdad es que no. Puedo comprender que yo no soy tu tipo de mujer y puedo comprender que no eres de los que gusten de compromisos duraderos. Pero ¿en que cabeza cabe que alguien huya de algo bueno?


—Eres mi tipo de mujer, ese es el problema. Eres el tipo de mujer con la que podría verme a largo plazo y eres exactamente el tipo de mujer que no puedo… manejar. —La pequeña boca de Paula, se abrió hasta formar una mueca de desconcierto. —Siento que contigo nunca puedo planear nada, que estoy caminando por hielo fino y no me gusta perder el control. Cuando supe que Leo había tomado las fotos, incluso me planteé la posibilidad de hacer caso omiso de ello. No me importaba, Paula, no me importaba porque podía ignorar todo aquello y quedarme contigo. Y ese no soy yo, nunca antes habría pensado en un método de engañarme de la realidad, para poder satisfacer una necesidad tan mundana.


—¿Qué quieres decir?


—Que estaba dispuesto a cubrirme los ojos y seguirte, no me importaba si me asestabas un tiro por la espalda—Se pasó una mano por el cabello, evitando su mirada y procurando calmar las palpitaciones de su inútil corazón. —Es tu culpa que me vuelva estúpido. Tenía que alejarme de ti, pensar claramente… porque eres una mujer. Un ser humano, tenía que convencerme de que puedo pasar de ti…


—Lamento haberte costado un viaje a Italia —Él sintió la tirantes en su voz y comenzó a desesperarse.


—Mierda, Paula. ¿Qué dices?


—Nada —Se cruzó de brazos en un modo indirecto de finalizar la conversación. Pedro volvió a aproximarse a su oído.


—Podría ir ida y vuelta a la luna, y te aseguro que ese viaje tampoco sería suficiente para pasar de ti. —Cerró los ojos —. No puedo, porque ya… ya me echaste a perder. Y ahora tienes que vivir con eso en tu conciencia, querida.


—Creo poder soportarlo.


—Yo no —Lo miró, ambos a escasos centímetros del otro. Algo que había sido tan común tres meses atrás, ahora parecía la hazaña más complicada—. Aun eres mi novia.


—Solo porque no estabas aquí para terminar la relación como se debe.


—Estoy aquí ahora, termina conmigo—Ella se acercó incluso mas, a tal punto que podía saborear el gusto de su gloss. Cargó los pulmones de oxigeno y Pedro supo que aquel reto de miradas, no la iba a avasallar.


—Ya no quiero ser tu novia—Le dijo con aplomo, en tanto que él engullía sus palabras con mas dificultad de la que se hubiese esperado.


—Su pedido será tomado en cuenta y recibirá una respuesta de aquí a diez años.


—Preferiría algo más rápido.


—Lo lamento, la central de novios esta un poco saturada últimamente. Pero sepa que fue escuchada y…—Un sonido lo interrumpió, obligando a ambos a llevar la vista hacia adelante.


La voz chillona de una mujer que ocupaba el centro del escenario, se preparaba para anunciar al ganador del premio que los había llevado allí en primer lugar. El mismo que por un momento, había pasado a un plano completamente ajeno a esos dos escritores. Vagamente recordó el día que aceptó ser parte de esa travesía, todo por un premio, todo por una nominación.


Todo eso eclipsado por una mirada, por unos labios, por un cuerpo, por una simple mujercita de carácter impulsivo. 


Paula le tomó la mano inconscientemente y Pedro la presionó sin poder reprimir una sonrisa, finalmente comenzó a sentir el peso de lo que ocurriría en segundos. Sin embargo el rozar su piel nuevamente, terminó por ganar en el terreno de las emociones. Era la mano de su mujercita impulsiva, después de todo.


Le importaba poco o nada lo que aconteciera, siempre y cuando pudiera quedarse así un momento más.


—La novela ganadora es…


Y el momento entonces, se disolvió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario