miércoles, 26 de noviembre de 2014
CAPITULO 17
Desafortunadamente los días fueron pasando y las llamadas nunca eran contestadas, Paula sentía vergüenza de decirle a Javier sobre su disputa. Sabía que si hablaba con su agente, él la pondría en contacto con Pedro. Pero esto era algo que ella misma había causado e implicar a Javier parecía una cobardía. ¿Pero qué podía hacer? Le había enviado emails, lo había llamado a su celular, a su casa y al estudio. En todos los sitios solo obtenía una voz electrónica que le pedía cortésmente, dejar su mensaje. En cada mensaje ella procuraba mantenerse calma y hablarle con todo el profesionalismo del mundo, le contaba de su idea para el capítulo y antes de cortar le recordaba la fecha límite.
Pedro no respondió, ni el lunes, ni el martes, ni los días siguientes a esos. La mañana del viernes, ella estaba tan estresada que ni había podido concluir el capítulo. Debía enviarlo a los editores antes de las nueve de la noche, momento en que no recibirían más partes hasta el lunes. Si pedía una extensión hasta el inicio de la semana, solo hacía que se retrasaran todas las fechas ya programadas y eso no entraba entre sus posibilidades. La idea era tener el libro completamente editado en enero, abriéndole la chance de que ingresara en la nueva carrera de nominados. Era una apuesta grande, ellos lo sabían, pero no era imposible.
Paula había escrito libros en menos de seis meses y ellos podrían hacerlo en cinco, dando un mes de margen para posibles contratiempos.
Pero a ese ritmo no llegaría lejos, un escritor solo no podía pensar como ambos; teniendo en cuenta que un personaje no le pertenecía. Quisiera o no admitirlo, necesitaba a Pedro. Y solo por esa razón volvió a intentar una últimas vez.
Primer timbrazo, nada. Paula cerró los ojos rogando en su fuero interno, segundo timbrazo, nada. Ella comenzó a pasearse por el departamento con el aparato colgado de su oreja, tercer timbrazo...alguien contestó.
—Hola Pe…
—Soy Pedro en este momento no estoy, deja un mensaje y te contactare a la brevedad— «Bip» Paula soltó un sonoro bufido, era un maldito mentiroso. Su contestadora debía estar repleta de sus mensajes y él no se había dignado a responder ni uno.
—Pedro, soy yo…otra vez—Controló su temperamento, en su interior sentía que debía arreglar las cosas y si no lo hacía entonces, ya nada importaría más adelante—Yo…tan solo te llamaba…—«Eso es Paula, solo discúlpate» —Quería recordarte que hoy es nuestro día limite…—«¡No, no seas cobarde! ¡Discúlpate por robarle el condenado auto!» —Te envié mi parte…no sé si la has visto…—«Bien, ahora la disculpa» —Eso es todo… —« ¡Cobarde, cobarde, cobarde!» Su conciencia tenía razón, lo era y no podía hacer nada al respecto «Dile adiós a tu carrera» —Y… disculpa por robarte el auto…—Soltó en un exabrupto, sintiendo al instante como su mente le aplaudía por aquella magnánima proeza.
Paula tiro el teléfono a un lado como temiendo que este le pegara una mordida, no había sido tan difícil. Sonrió ampliamente, aun respiraba, aún estaba completa. Sí, al menos había sido lo suficientemente madura como para disculparse ahora todo dependía de él. Con una miradita de soslayo observo su computador, si Pedro no llamaba hasta las nueve debería enviar a los editores solo su parte.
—Dios Pedro, no me abandones ahora…—susurro alzando su teléfono del piso. Fue con él hasta el sofá y lo abrazo a su cuerpo esperando, tarde o temprano sonaría y ella no se perdería esa llamada. Había intentado arreglar las cosas, correspondía que de una vez todo volviese a su cauce común ¿verdad?
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