martes, 9 de diciembre de 2014

CAPITULO 46





Perdiendo el control.


—Hey Alfonso, luego no te quejes si no te queda comida. —Pedro cerró los ojos por un corto lapso, colgó la llamada y abandonó el auricular sobre la isla de la cocina sin emitir palabra.


Paula desde su silla siguió cada uno de sus movimientos, notándolo un tanto extraño. Pero se limitó a encoger un hombro y esperar a que él decidiera contarle. Como eso no ocurrió pasado cinco minutos, optó por romper el silencio que si bien no era incomodo a ella comenzaba a exasperar.


— ¿Qué va mal?


—Nada.


— ¿Nada?—Pedro fijó la vista en su plato a medio comer. — ¿Eran malas noticias?


—No.


— ¿Todos están bien? Le paso algo a alguien ¿verdad? Puedes decírmelo, te prometo no alterarme. —Él la miró entonces y la sombra de una sonrisa, tocó sus labios.


—Ya te estas alterando—murmuró como si le divirtiera su preocupación.


— ¿Por qué actúas todo dah…dah…?


—No tengo idea que significa eso—Paula sonrió sin poder contenerse, Pedro parecía volver lentamente a su estado normal.



Si algo lo estaba molestando, él lidiaría con ello y seguramente mas tarde se lo informaría. Claro estaba que no pretendía asustarla y Paula comprendió que sea lo que fuese, era una cuestión que solo le competía a él. Y ella respetaba aquello. No había necesidad de que se dijesen todo, pues también tenía sus secretos y así le gustaban que permanecieran, como secretos.


—Mmm ¿Qué vamos a hacer hoy?


—Yo voy a salir a correr una hora ¿Te parece?—Asintió, su rutina siempre involucraba correr mientras ella se aseaba o jugaba videos juegos. —Luego podemos bajar al pueblo y buscar alguna película para ver esta noche.


—Suena como un plan. —dijo Paula alegremente, logrando que la mirada de Pedro brillara con aprecio. —Bueno, ve a correr. —Le palmeó el brazo que tenía sobre la mesa y él asintió. Parecía un tanto ido, seguramente por esa llamada pero una vez mas se contuvo de no inquirir algo que a él no le apetecía contar.


Paula no iba negar que la cuestión no la intrigara, pero eran sus asuntos y ella debía marcar un límite entre sentir preocupación y el simple deseo de chisme. Después de todo no eran siameses, aunque sí eran novios.


¿Acaso los novios se contaban todo? Ella estaba tan desfasada con el término que hasta ya ni recordaba como era en la práctica. Quería que él se sintiera cómodo a su lado y no presionarlo, así que por el bien de esa relación debería aplacar su curiosidad, tal y como aconsejaban en la revista sobre citas.


—Compórtate—Le dijo Pedro, plantándole un beso rápido en la frente. Paula lo observó mientras salía de la cocina y esperó un instante, entonces Pedro se volvió ligeramente sobre el hombro y la miró. Ella siguió aguardando, sabía lo que vendría a continuación. Pero no llegó, él simplemente la miró un corto segundo y por primera vez en toda esa semana, no le sonrió.


Aquello la confundió por un momento, pero luego se dijo que era estúpido sacar conclusiones apresuradas. No es como si tuviesen una rutina establecida, solo habían vivido juntos una semana era de locos pensar que ya se entendieran a ese nivel. Esa clase de cosas era de parejas de años, sí, tal vez él había tomado la costumbre de sonreírle antes de irse cada mañana. Pero quizás lo hacia inconscientemente, quizás Pedro ni pensaba en que ella esperaba hasta que llegara a la puerta se volviera y le sonriera.


Seguramente era eso, no es que lo hubiese olvidado, no es que algo en particular lo hubiese detenido de sonreírle. No lo había hecho porque ellos solo llevaban unos minutos de novios. Todavía era demasiado pronto, como para acostumbrarse o recordar pequeños detalles ¿cierto?

3 comentarios:

  1. Cagamos, se pudrió todo!!!!!!!!!!! Me la veo venir.

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  2. Uy! pero qué pasó??? no fue Julieta??? O dio vuelta las cosas para q Pedro piense q fue Paula?

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